La saturación del mercado: la solución emocional
Vivimos en un día a día en el que la mayor preocupación, no solo entre mis clientes, sino entre cualquier persona que se quiera enfrentar a cualquier tipo de emprendimiento es el exceso de opciones, información, competencia, SATURACIÓN. No podemos negar el hecho de que el mercado está saturado de contenido, de elementos, clientes, medios …
Esto más que una carrera de fondo, es una carrera agotadora. Rodeados de impulsos constantes, de marcas y proyectos ultra-parecidos a los nuestros propios, nos agobiamos, nos comparamos, y lo que es peor nos infravaloramos. Y esto amigos es el mayor error que podéis cometer a la hora de lanzar un proyecto, de hacer nacer una idea.
Busca ser el único reflejo con el que te compares, mídete por tu propio progreso.
Leyendo a uno de mis autores favoritos, Neumeier, me fijé en como explicaba los tipos de saturación del mercado, y creo que es necesario que lo entendáis para que sepáis como introduciros en él sin salir escaldados en el proceso. Sobre todo, “No Panic”, ni os voy a dar una clase de marketing, ni va a haber términos indescifrables. Solamente quiero que aprendáis a ver oportunidades a vuestro alrededor; lecciones, referentes y que no os ahoguéis en comparaciones absurdas.
Veamos uno por uno, los tipos de saturación que hay, para que veáis que al final tampoco es para tanto (perdón, si, si es para tanto, porque el tema esta más que saturado). Pero vamos a ello.
Quiero que aprendáis a ver oportunidades a vuestro alrededor; lecciones, referentes y que no os ahoguéis en comparaciones absurdas.
EN PRIMER LUGAR, tenemos la saturación de productos.
Amigos míos, hay demasiados productos y/o servicios a día de hoy. Con tan solo echar un vistazo al estante de las bebidas (o leches) vegetales que antes ni conocíamos en España y que ahora nos bombardean con 10.000 tipos en tan sólo un pasillo. Por no hablar de los malls estadounidenses que son como un Amazon físico que nos lanzan cientos de opciones del mismo producto sin ni siquiera darnos una clasificación objetiva, el que está al nivel visual, con el mayor banner... Y es que hablamos de que la oferta de inventario, por ejemplo de un supermercado medio como pueden ser Carrefour o el Corte Inglés, se ha más que duplicado en los últimos 20 años. Por no hablar de libros publicados, marcas de cosmética natural, marcas de comida de producción orgánica ...
Amigos, no cabemos.
Lo que quiero que comprendáis de esta parte, es que el problema ahí reside en que las marcas frente a esa situación tienden a añadir cualidades, funciones a sus productos. Y esto es EL SEGUNDO TIPO DE SATURACIÓN: el de prestaciones.
¿Alguien se acuerda de los móviles con antena? Y eso que yo soy millennial … O compara un televisor de hace 20 años con los de ahora, o la cantidad de libros que han sido sustituidos por los ebooks. Y así hasta el infinito; porque claro, ¿si ofrezco más cosas en un mismo producto soy mejor no? (ironía en negrita). Pero quién se puede permitir esa investigación e inversión en la búsqueda de innovación en prestaciones… muy poca gente, y más los que están comenzando como muchos de vosotros.
Y ahora viene el tercer tipo, que es el que más me desquicia: EL BOMBARDEO PUBLICITARIO.
Buscas en Instagram un producto que te gusta y olvídate, ya vas a ver ese producto over and over again. Tu feed se convertirá en una especie de eBay / Pinterest / escaparate de rebajas.
Claro que las marcas quieren comunicar constantemente todos sus avances y hacerse ver, ¿pero a qué precio? Porque el consumidor creedme … Está MUY CANSADO.
CANSADO de que le pongan publicidad y cosas constantemente en cualquier medio que utiliza, en cualquier momento. De ahí que las personas vayan más a servicios de streaming o intenten evitar todo tipo de ataques y mensajes. De ahí, a que muy posiblemente el marketing tradicional acabe por colapsar y los anuncios en la televisión dejen de tener el impacto que podían tener antaño.
El cerebro es listo y en cuanto tiene un exceso de información, hace una selección y el resto queridos, se disuelve. La mente desecha al máximo posible si no sabe por dónde empezar. Intenta catalogar, jerarquizar, ordenar, pero cuando cierta carpeta mental se desborda, cierra la llave de paso y ya no admite ni cambios ni una gota más de información.
HABLAMOS DE QUE LAS IDEAS ADEMÁS POR EL RITMO AL QUE VAN LAS COSAS, SE EXPONEN AL PLAGIO SIN MARGEN PARA PROTEGERSE
Antes se podían proteger por ejemplo, los proyectos frente al ataque competitivo con patentes y derechos registrados, pero ahora todo está cayendo dada la infinidad de medios de exposición y. que el ritmo de la carrera por la innovación es verdaderamente insostenible.
Ya ni siquiera contar con acceso a capital para poder invertir o innovar nos salva y menos solvencia manufacturera. Estamos a merced del consumidor.
En el sentido de que al final las marcas no dejan de ser una reacción que sale del subconsciente, literalmente de las tripas del cliente. ¡Nuestro producto les genera ese AY, o ese momento GUAU! Y eso viene de dentro. Nuestras marcas van de una cierta serie de valores, pero lo que mueven es deseo. Deseo de tener algo diferente, algo con lo que sentirse identificados.
Deseo de tener algo diferente, algo con lo que sentirse identificados.
Estamos a merced de la elección del consumidor, pero sólo algo que les emocione o les haga partícipes les cautivará.
¿Pero entonces? Si dependemos del deseo … ¿Cómo lo evocamos? Creando un valor duradero que conecte. Jugamos con una navaja de doble filo, un filo muy muy afilado.
Dado que el volumen de mensajes diarios es tremendo, atacar en exceso con nuestro concepto, o bombardearles, lo único que puede generar es rechazo, ya que si el cliente siente que le están intentando vender la moto… mal vamos.
Ahora pues, debemos ofrecer una filosofía, unos valores, algo que compartamos de forma orgánica, de forma natural, desde dentro. De forma altruista, les ofrecemos un pensamiento, una principio y propuesta de un cambio que generar en el mundo. De ahí a que también, lo que más nos interesa definir antes de meternos a diseñar es ese nicho al que hablar, a esa tribu, a crear esa comunidad que comparta nuestros valores y que por muy loca que pueda parecer nuestra idea, resuenen y acepten, bueno no solo acepten, nos ayude a divulgar, respalden y apoyen.
Debemos ofrecer una filosofía, unos valores, algo que compartamos de forma orgánica, de forma natural, desde dentro. De forma altruista, les ofrecemos un pensamiento, una principio y propuesta de un cambio que generar en el mundo.
Esta comunidad defenderán el valor real de nuestra propuesta. Nuestro producto al fin y al cabo, no es solo más que una llave de paso a nuestro universo. Ya no se busca aumentar en prestaciones ni ventajas. Sino en identidad, confianza.
Porque os digo una cosa que he aprendido con los años es que la gente está harta de promesas vacías e intromisión.
Busca que hojas quieres mover, y conviértete en ese viento que las agita y las haga sentirse vivas y unidas al unísono.
La solución: la Diferenciación Radical
En el siguiente post hablaremos de cómo diferenciarse sin morir en el intento.
Ser el bicho raro, no es tan malo al fin y al cabo. Si no leíste mi artículo anterior te invito a QUE LO HAGAS AQUÍ.
14 de junio - Diferenciarse, un arte IMprescindible, pero
no IMposible.
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